The Nest


En este apocalipsis no llueve fuego ni se abre la tierra.
En su lugar, hay un exilio en masa hacia nuestros adentros.
Se nos obliga a mirar la oscuridad sin permiso a poner distracciones.
Pero al parpadear, me escapo a las calles ahora censuradas,
Ellas amarillas, por esas lámparas que allanan el espacio en medio de las pieles.
Y al ver mi nido en llamas abrazo la vida que viene,
diciendo que ahora sí voy a rendirme,
que me entregaré al erótico vicio de acortar la distancia entre extraños.
Aunque tenga que lamer sin modales la belleza que hay fuera de estas paredes,
antes de que ya no quede nada,
y se abra la tierra.